Estas historias son ya pasadas: A los abuelos se oía contar de los espantos en las quebradas, por los caminos o en el maizal. Y así en la sala o en la cocina se hacían tertulias para escuchar. Quiero que entiendan, con disciplina, que son leyendas ¡y nada más!.
miércoles, 8 de octubre de 2014
EL DURO DE EULALIO
Era un duro campesino de alpargatas,
pero todo le cambió cuando aceptó
que plantaran en su tierra algunas matas
que irían a refrescar su ardua labor.
Se marchó y se despidió de los amigos
y llegó hasta la ciudad con ambición.
“soy un duro”, dijo un día. Y fue el camino
que hoy lo tiene en prisión del exterior.
Eulalio era un nombre duro en nada.
Lalo en cambio sonaba ya mejor.
Las modelos y las reinas le sobraban:
Con la plata era un gran conquistador.
Le gritaban Eulalio las muchachas.
El decía: Lalo, Lalo por favor.
Muy atento les paraba su “carcacha”,
las subía y les pegaba el aventón.
En la rumba era bien duro: No aprendía.
En regué, bachata y rap si era el peor.
Los merengues en las tiendas se comía,
y la salsa le encantaba con arroz.
Duro era en el billar: En las jugadas
bola a bola no le daba ni a un melón.
Para el retro era el as de la tacada:
rompía el paño. Y en corridos… Mala voz.
Los mariscos despreciaba:¡porquerías!
Era un duro para un plato con frijol.
Con el whisky le temía a una apoplejía,
pero en cambio con cerveza un campeón.
Le encantaba su bandeja de ensalada.
Para eso y la mazorca era el terror.
No le fueran a salir con mermeladas,
ni faisán ni codorniz, queso o jamón.
Lo visaron sin tener ni pasaporte,
y las llaves le botaron del penal.
Con los gringos detrás de su consorte,
allá dentro en algo tiene que pensar.
Así fue que Eulalio viajó al norte:
Esposado, extraditado en un avión.
Y los duros que tenía para soporte,
cantan hoy como sapos en reunión.
Ya escribió. Y les dice a sus amigos
que es mejor acá un huevito sin jamón.
Que ser duro es el peor de los destinos,
y que vive añorando el azadón.
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